La justicia de Brasil no permitirá la salida anticipada de Lula da Silva

Su partido esperaba que fuera liberado antes de las presidenciales de octubre. Mantendrán su candidatura electoral.

La Corte Suprema no tuvo contemplaciones: rechazó este jueves un recurso de habeas corpus que permitía al ex presidente Lula da Silva dejar la prisión. Detenido hace 33 días, todo indica que el líder del Partido de los Trabajadores deberá pasar largos meses antes de salir de la celda. “Será un invierno duro”, previeron los dirigentes de la agrupación. Lo peor es que fueron los jueces favorables a la libertad del político petista quienes decidieron votar en contra del recurso que había presentado su defensa a mediados de abril.

El propio Lula había sugerido que estaba dispuesto a abandonar sus aspiraciones de un gobierno si, finalmente, el máximo tribunal hacía lugar al recurso negado. La dirección partidaria afirma que mantendrá la candidatura del líder preso, pero en adelante tendrá que vencer muchas dificultades para no quedar entrampados en la falta de publicidad. Al permanecer aprisionado en la Superintendencia de la Policía Federal de Curitiba, Lula no podrá participar de los debates presidenciales. De hecho, la prensa brasileña programó entrevistas con todo el universo de candidatos. Pero, como es obvio, el ex mandatario no fue convidado.

Para remontar su falencia, la cúpula petista evalúa la posibilidad de elevar la figura del ex canciller Celso Amorim, un hombre respetado por el establishment local. Para eso, podría ser ungido como candidato a la vicepresidencia. Un sector de esa organización está convencido de que el ex ministro podrá representar con absoluta solvencia a Lula en los debates presidenciales que ya comienzan a despuntar. Entre tanto, quienes no se rinden son los abogados. Precisamente este jueves presentaron una nueva demanda a la Corte Suprema. Juegan con que el tiempo y el desarrollo del escenario electoral finalmente les permita obtener el supremo objetivo.

En medios periodísticos brasileños se especulaba que la nueva derrota petista tuvo que ver, también, con el vaciamiento de la candidatura del ex titular de esa Corte, Joaquim Barbosa. El ex magistrado renunció a la lucha por la conquista del Palacio del Planalto (la casa de gobierno) el lunes pasado. Y dejó un agujero negro donde antes hubo esperanzas.

Pesimista sobre el futuro político del país, dijo en una entrevista al diario Valor Económico: “Los políticos (de Brasil) crearon un sistema tal que los beneficia solo a ellos mismos. No hay válvula de escape y el ciudadano brasileño es y será constantemente rehén de ese esquema”. Sus expectativas son próximas a cero: “Temo que en el futuro se profundicen las desigualdades. Brasil ya es muy precario. Y ese proceso de precarización, de miserabilidad, nadie lo está abordando. Mi miedo es que los grupos indiferentes a la desigualdad se unan para dominar el proceso electoral. Con toda certeza, se iban a unir en mi contra”.

Su diagnóstico es compartido por periodistas e intelectuales brasileños que consideran que un electorado con 13 millones de desempleados no garantiza el funcionamiento de la democracia. Especialmente porque en esta coyuntura fueron muchos los que descendieron de la clase media a la pobreza. Una encuesta reveló que hay casi un millón de personas que dejaron de ser clases A y AB (los estamentos socialmente mejor posicionados) para pasar a la clase C, con ingresos de medio para abajo que apenas habilitan para la subsistencia.

La centro izquierda permanece sin liderazgos: quienes se postulan a suplantar a Lula no alcanzan a superar sus propios techos. Son Ciro Gomes, del laborismo (PDT) y Marina Silva, de Red Sustentable. Pero la falta de candidatos potentes también afecta a la centro derecha. Hasta ahora, los postulantes más viables: Geraldo Alckmin por la socialdemocracia y Henrique Meirelles (ex ministro de Hacienda) por el PMDB (partido de Michel Temer), no llegan a mostrarse representantivos.

El ex gobernador paulista alcanza según los escenarios a 10% de las intenciones de voto; el ministro tiene hasta ahora una bajísima performance de 2%. Esto insinúa un proceso político y social nuevo en Brasil, donde lo que está en juicio es la forma tradicional brasileña de hacer política y comandar el país. Esto explica por qué la mayoría expresa su desazón con la frase: “No tengo candidato a quién votar”