“Esta es la mayor concentración de restos humanos que se ha encontrado nunca en esta época”, explica Mette Løvschal, arqueóloga y antropóloga de la Universidad de Aarhus, cuyo cometido en un equipo de unos 50 especialistas ha sido estudiar el extraño ritual, del que hasta el momento solo habÃa vagas referencias escritas por historiadores romanos. “Normalmente los historiadores de Roma exageraban la brutalidad de sus enemigos bárbaros pero, a la luz de lo que hemos encontrado, es posible que en este caso no lo hicieran tanto”, señala la investigadora. Ningún texto romano menciona especÃficamente esta masacre y los pueblos germanos no tenÃan escritura, asà que las únicas evidencias disponibles están los huesos.
En Alken Enge hay restos de 84 personas, aunque es probable que en total haya unos 380 muertos, según las estimaciones de los arqueólogos. La inmensa mayorÃa eran hombres entre los 20 y los 40 años. Entre los restos también se hallaron unas pocas armas, puntas de lanza, espadas rotas, escudos y animales sacrificados cuyos cadáveres también fueron arrojados al lago, lo que refuerza que se trate de un ritual, según explican los responsables de la excavación en un estudio publicado hoy en la revista PNAS de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU.
Aunque aún no está claro qué sucedió en Alken Enge, lo más probable es que los romanos no fuesen los culpables, al menos directamente. “No tenemos ninguna evidencia de que los romanos participasen en esta batalla y, en esta época, la frontera del Imperio romano estaba a 300 kilómetros de aquÃ, en Alemania”, explica Mads Holst, jefe del proyecto de investigación. “Probablemente estamos ante un conflicto interno entre pueblos germánicos a consecuencia del avance de Roma y el desplazamiento de poblaciones al norte”, añade el arqueólogo. Según la datación de carbono la masacre sucedió entre el año 2 antes de Cristo y el 54 de nuestra era. Uno de los hallazgos más inquietantes es un palo que une cuatro huesos coxales de la cadera. “Este yacimiento es importante porque nos habla de una magnitud de violencia que no se habÃa visto en yacimientos anteriores. También aclara el tipo de rituales que después se perpetuaron en siglos posteriores, aunque ya no se harÃan con cadáveres, sino solo con armas, armaduras y caballos del enemigo que se destruÃan y se disponÃan en montones”, explica.
Normalmente los historiadores de Roma exageraban la brutalidad de sus enemigos bárbaros pero, a la luz de lo que hemos encontrado, es posible que en este caso no lo hicieran tanto.
Lo que sà parece más claro es que no fue una batalla de igual a igual. Muchos de los cadáveres tienen heridas en las piernas que tÃpicamente sufre quien huye de su enemigo. La mayorÃa de los fallecidos no tiene marcas de heridas cicatrizadas, lo que apunta a que no eran guerreros experimentados, sino pastores y agricultores locales que fueron masacrados por otro grupo. “Lo que sà sabemos es que este evento tuvo consecuencias enormes. Esta zona, que hasta entonces habÃa sido de pastos y cultivos, se cubrió de un bosque que permaneció 800 años más”, resalta Løvschal.
Los investigadores quieren seguir excavando en la zona y pretenden extraer ADN de los huesos para aclarar quiénes eran los masacrados de Alken Enge.