Tiene 33 años, llegaron a él por un llamado al 911 y en las próximas horas será sometido a una rueda de reconocimiento y otros exámenes.
Un hombre de 33 años con un alto parecido al fotofit dado a conocer la tarde del miércoles por el Ministerio Público de la Acusación como el acusado de concretar al menos ocho hechos de abusos sexuales y robos contra mujeres en distintos puntos de la ciudad, episodios registrados entre el 7 de enero y la noche del 9 de julio de este año, fue detenido ayer al mediodÃa por personal del Comando Radioeléctrico en una vivienda de la zona sur de la ciudad. De ser esa la persona buscada, se pondrÃa fin a una serie de ataques que mantenÃa en vilo a la ciudad. Pero para eso se deberán realizar los análisis genéticos correspondientes y otras medidas judiciales como ruedas de reconocimiento de personas y otras pericias que seguramente serán exigidas por la fiscal actuante en el caso.
Los agentes del Comando Radioeléctrico llegaron pasado el mediodÃa de ayer a una casa del barrio Carlos Casado, en Juana Manso al 2800 y a metros de la avenida Ovidio Lagos. Llevaban una orden emitida por la fiscal de la Unidad Especial de Delitos Sexuales Alejandra Raigal en la que se solicitaba la detención de Carlos Roberto J., a quien los investigadores judiciales y policiales llegaron después de que una mujer llamara a la central del 911 y alertara sobre la presencia en el lugar de un hombre con caracterÃsticas similares al fotofit difundido por todos los medios de comunicación de la ciudad el dÃa de ayer.
En ese marco el móvil del Comando se dirigió al domicilio mencionado y detuvo a ese hombre que responde a las caracterÃsticas fisonómicas que la propia FiscalÃa habÃa dado a conocer el miércoles y que este diario publicó en su edición de ayer: de unos 30 años, con el pelo muy corto, labios carnosos, tez oscura, robusto, de 1,65 a 1,70 metro de estatura y con barba de pocos dÃas.
De acuerdo a la información suministrada, el hombre fue demorado y trasladado a la seccional 21ª desde donde se comunicó la novedad a la fiscal.
Rueda de personas
Al saber del arresto, la funcionaria de FiscalÃa inmediatamente dispuso que el hombre quede detenido e incomunicado y en las próximas horas se llevará adelante una rueda de reconocimiento y posiblemente la audiencia imputativa, aunque la misma no será la única medida a tomar por la funcionaria ya que más allá de las sospechas el hombre deberá ser sometido a otras pruebas para sostener su posible culpabilidada en los hechos achacados.
En ese sentido, la orden de detención emitida por la fiscal Raigal acusa al detenido de "haber abusado sexualmente de ocho mujeres, consistiendo su accionar en lo siguiente: en seis casos ingresar a los comercios en los que las mismas trabajaban para, con la excusa de ofrecer servicios de seguridad y/o efectuar una compra, tocarlas en sus partes Ãntimas como asà también y en relación a una de ellas, obligarla a que le practique sexo oral. En otros dos casos, increparlas en la vÃa pública con la misma finalidad de abuso sexual con acceso carnal. A su vez, y en todos los casos, sustraerles sus pertenencias".
Todo ello, la fiscal lo tipificó en la figura penal de "abuso sexual con acceso carnal (tres hechos), abuso sexual simple (cinco hechos) y robo (ocho hechos)". Asimismo, dispuso "que se soliciten los antecedentes del detenido, se le hagan fotografÃas, fichas dactiloscópicas y quede incomunicado".
Vale aclarar que la detención se produjo horas después de que la misma fiscal Raigal se reuniera con el Fiscal Regional de Rosario, Patricio Serjal, donde se coordinó con distintas autoridades de la Unidad Regional II y de la PolicÃa de Investigaciones (PDI) "mayor presencia policial en las zonas donde esta persona actuaba, asà como garantizar celeridad para algunas medidas de investigación" que estaban pendientes.
Los casos achacados
"Yo sé que tu mamá te viene a buscar. Mandale un mensaje y que no venga". Con esa advertencia fue abordada una de las ocho vÃctimas de abusos sexuales cometidos en los últimos siete meses y atribuidos a un mismo atacante. En ese mensaje, los investigadores detectaron un patrón común: todo indica que el agresor estudiaba a las vÃctimas que sometÃa en negocios tras una suerte de inteligencia previa. Simulaba ser cliente o se presentaba como un vendedor de cámaras de vigilancia antes de entrar en acción como un asaltante y simulando portar un arma.
Los ocho hechos que investiga la fiscal Raigal fueron agrupados bajo la sospecha de que habrÃan sido cometidos por un mismo atacante con un patrón serial. No sólo por la mecánica de esos hechos sino porque todas las vÃctimas reconocieron al agresor en un fotofit efectuado por una de las vÃctimas.
La imagen comenzó a circular luego de que Jorgelina, dueña de una veterinaria de San Nicolás al 300, contara a La Capital su historia el pasado 4 de julio. Esa mujer, de 42 años, logró echar al agresor de su negocio cuando éste le exigió que le practicara sexo oral. A partir de esa experiencia contactó a otras mujeres que habÃan sufrido la misma situación.
De esa lista, seis hechos fueron cometidos en comercios y dos contra mujeres abordadas al azar y sometidas en la calle. Casi todos ocurrieron a la tardecita. Tres abusos fueron con acceso carnal. Los demás fueron abusos simples. En la mayorÃa de los ataques pudieron obtenerse muestras biológicas que permitirÃan realizar un cotejo genético con el hombre ahora apresado. Un rasgo reiterado es que las vÃctimas eran muy jóvenes: seis de ellas eran chicas de entre 17 y 20 años. Las otras dos, de más de 40.
La mecánica era similar. El asaltante llegaba a un negocio atendido por una mujer y consultaba por un producto u ofrecÃa un servicio. En una ocasión se presentó como un vendedor de cámaras de vigilancia. Luego se retiraba y al rato regresaba para cometer el robo seguido de un ataque sexual. Asà ocurrió en la veterinaria de Jorgelina, donde preguntó el precio de unas cuchas para perro, dijo que tenÃa que consultarlo con su esposa y volvió más tarde para ejecutar el robo e intentar el abuso.
Una vez adentro, asumÃa su rol de asaltante y realizaba el ademán de portar un arma. Incluso, una de las vÃctimas dijo haber visto un arma que parecÃa de juguete. ExigÃa dinero y obligaba a las mujeres a encerrarse en el baño. Las ataba de pies y manos con precintos plásticos que llevaba para la ocasión —lo que da cuenta de la planificación de los ataques— y a continuación cometÃa los abusos. A una de las vÃctimas llegó a atarle el precinto al cuello y amenazó con estrangularla. Después huÃa con sumas de dinero a veces escasas, de 1.500 a 5.000 pesos. En uno de los hechos también sustrajo una notebook. Nunca robó celulares, lo que darÃa cuenta de que siempre evitó ser rastreado.
Cómo es
Todas las vÃctimas describen al agresor con rasgos similares. Como un hombre robusto de unos 25 a 30 años, de un metro setenta de estatura y tez trigueña, calvo o con el pelo cortado al ras. En algunos relatos refieren además que llevaba un piercing en la nariz, una cicatriz en una mejilla o una barba de dos o tres dÃas. En dos ocasiones no llegó a sacarse el casco de motociclista color negro que usaba. Con respecto a la ropa, llegó a describirse un pantalón gris, una campera azul marino y una gorra. Según las denuncias se movÃa en una moto negra de 110 centÃmetros cúbicos y con una caja blanca de PVC para reparto.
De ese rodado se obtuvieron al menos dos registros fÃlmicos, pero en la casa del hombre apresado ayer ni la moto ni la caja blanca fueron halladas.
En el caso de una mujer abordada en la calle, muy cerca de la Facultad de Medicina, una cámara registró a distancia al agresor cuando se acercaba caminando. En ese último hecho se obtuvieron imágenes de la moto pero la patente no estaba a la vista. HabÃa sido tapada con una cinta negra.
Un patrón común es que estudiaba a las vÃctimas. “Para mà te estudia, te estudia cuando estás sola, cuando estás con alguien”, dijo a este diario Jorgelina cuando a dio a conocer su caso la semana pasada.
“Yo sé que tu mamá te viene a buscar. Mandale un mensaje para que no venga”, le dijo a otra de las vÃctimas el agresor, tal como consta en su denuncia.
Los lugares de la saga
Tres de los hechos ocurrieron en un radio muy cercano, en los alrededores de avenida San MartÃn y Ayolas, en jurisdicción de la comisarÃa 15ª. Un cuarto caso fue cerca de allà pero a un par de cuadras hacia el rÃo, ya en la zona de la seccional 16ª. Aunque también se reportaron hechos en otros puntos del mapa rosarino, como en barrio Agote, Parque Casado y República de la Sexta (ver infografÃa al pie de la página).
El primer caso de la saga ocurrió el 7 de enero en Buenos Aires al 3400. El siguiente se registró tres meses después: el 28 de abril en Riobamba al 300. En esta ocasión el agresor entró al local comercial con un arma, llevó a la vÃctima al baño, la ató con precintos, le bajó la ropa y la tocó pero no llegó a violarla y se masturbó. A las tres semanas, el 14 de mayo, una mujer fue abordada en pasaje Blanque y Mitre por un hombre que la obligó a practicarle sexo oral.
A los seis dÃas hubo otro ataque, el lunes 20 de mayo en Sarmiento al 3400, a metros de la comisarÃa 15ª, violó a una chica de 19 años en una librerÃa tras comprimirle el cuello con un precinto.
En junio, tres casos se reiteran en una misma semana. El lunes 24 en Uruguay al 1100, el miércoles 26 en Londres y pasaje Hopkins, en el bario Parque Casado, y el jueves 27 en la veterinaria de San Nicolás al 300.
El último fue la noche del 9 de julio cuando una chica de 19 años fue abordada en el cruce de Suipacha y Santa Fe. Ella y otra de las vÃctimas de junio fueron convocadas ayer a la FiscalÃa para que brindaran más detalles de los hechos y está previsto que hoy aporten datos para la realización de un nuevo fotofit en la PolicÃa de Investigaciones. Si los rasgos coinciden en un 90 por ciento con el bosquejo anterior está previsto que esa nueva imagen también se difunda.
Fuente: La Capital