Sin amor por Greta: por qué el cambio climático no parece preocupar a los rusos

Sienten que tienen problemas más graves. Y los políticos y medios locales desacreditan la amenaza.

La versión rusa de Greta Thunberg es un joven violinista de 24 años llamado Arshak Makichyan, quien desde hace algunos meses protesta en el centro de Moscú contra la degradación del planeta, el calentamiento global y la crisis climática en general.

Pero a diferencia de la sueca de 16 años, que llegó hasta la mismísima Naciones Unidas, Makichyan debe lidiar con la indiferencia general de sus compatriotas, que pasan a la par suya aparentemente sin registrar siquiera su presencia.

Según su cuenta de Twitter, en las últimas semanas logró juntar apenas 600 personas en 30 ciudades rusas para protestar contra el cambio climático. Pero a pesar de la magra cosecha de público, Makichyan celebra lo logrado. "Hace seis meses estaba protestando solo, así que 600 personas es un gran avance", declaró a la cadena británica BBC.

Ya sea porque consideran que, entre la inflación, la pobreza y la corrupción, tienen problemas más urgentes de los cuales preocuparse, o porque la perspectiva de que el mundo está calentándose no suena como algo tan malo comparado con el crudo invierno que les toca, lo cierto es que la militancia climática no termina de entusiasmar a los rusos.

A esto hay que agregarle que los políticos y los medios tampoco son muy receptivos a la causa: los presentadores televisivos en los canales estatales se burlan continuamente, a veces de forma cruel, de activistas como Greta Thunberg.

En un encuentro reciente de la industria energética celebrado en Rusia, el presidente Vladimir Putin también emprendió contra Thunberg, a la que calificó de "joven muy desinformada", y sugirió que alguien debía explicarle cómo funciona el mundo adulto. Dejó entrever además sus sospechas de que la joven está siendo manipulada, y que su activismo sirve a causas de las que ella ni siquiera sospecha.

Putin además aprovechó la oportunidad para acusar a Thunberg de que no tiene en cuenta la realidad de los países en vías de desarrollo, los cuales aspiran a tener un nivel de vida como el que ella tiene en Suecia, y las energías limpias están todavía lejos de proveer el tipo de impulso que ofrece la energía tradicional. Rusia es un gran exportador de combustibles fósiles, y el mandatario defiende su uso.

Fuente: Clarín