El Profe Córdoba le llegó al corazón a los hinchas de Colón


La histórica campaña de 1998 quedó grabada a fuego para siempre en la vida de Colón. Si bien es cierto que el subcampeonato del 97 y el arribo a las semifinales de la Copa Conmebol fueron un hito en su momento –hasta que el año paso se llegó a la final de la Sudamericana–, la actuación en la Copa Libertadores le dio prestigio.

No solo por terminar entre los ocho mejores del continente, sino también por la determinación. Quien encabezó como entrenador ese equipo fue Daniel Córdoba, quien no se cansa de admitir que fue el momento más lindo que le tocó vivir en su carrera. El Profe habló inicialmente de cómo está afrontando esta cuarentena por la pandemia del coronavirus.

"Tengo armado un gimnasio me mantengo activo. Además tengo una cancha para nueve jugadores que me permite hacer cosas más exigentes. Después en lo intelectual, mantengo charlas con psicólogos y colaboradores haciendo tests para no errar en la búsqueda de talentos. Ya tenía unos trabajos antes y ahora lo estoy fundamentando más con gente que colabora", reconoció.

Luego sí se metió de lleno en el fútbol: "Creo que hace tres años no dirijo. El fútbol argentino me decepción en muchos aspectos. Pero el colmo es que realmente no tenga un objetivo claro. Los torneos están pésimamente hechos. Ahora parece que está todo monopolizado por un representante (Cristian Bragarnik). En América mucho no se puede pedir, ya que me tocaron dirigir clubes que lo único propio era la camiseta, ni un jugador ni cancha para entrenar. Ni hablar de instalaciones. Entonces no me produjo un vacío este parate, pero sí me generaba algo cuando me llegaba un ofrecimiento y lo perdía. Después, mucho problema no me hice, porque nunca fui ambicioso en lo económico. No hago lobby y no pongo guita para notas. Lucho a mí manera".

Aunque así y todo, su paso por el Sabalero tiene un lugar guardado en su corazón: "En Colón sin dudas fue el momento más lindo de mi carrera. Sacarlo a Lanús del descenso en su momento fue un hazaña también, lo mismo con Estudiantes quebrado y desprestigiado. Pero a nivel emotivo, por cómo se vivía todo, en Colón hacían que cada paso sea increíble. Era todo para la gente".

"El momento más duro fue cuando me fui. Tenía mi vida armada en función de Santa Fe. Tenía un año y medio más de contrato. Entonces ya estábamos buscando casa con mi señora cerca del rancho de chiquito. Estaba todo organizado. Me encantaba Santa Fe. Cuando me tuve que ir fue un golpe duro, porque para mí Colón era pasión. Era todo lo que necesitaba para ser entrenador. Era lo máximo. Era un club que sentía que podía marcar un antes y un después en mi vida. Cuando me fui me di cuenta que hubiese sido inútil quedarme teniendo que pasar siempre por José (Vignatti). ¡Hasta mi rescisión fue complicada! El juicio no fue contra Colón sino contra Vignatti. Me faltaba cobrar solo un mes de contrato. Me daban eso y me iba sin problemas. Pero después lo que me ofrecían era una cargada y terminó siendo un juicio que gané. Me dolió mucho, porque había encontrado mi lugar en el mundo". Me resigné después de ver que no iba a poder hacer cosas grandes por la gente que había, pensé que lo mejor era dejar esta ilusión en el camino", agregó.

Respecto a si tomaría un café con en actual mandamás rojinegro, mencionó: "Yo no sé si José cambió (risas). No era una persona que desconocía de fútbol. Quizás desubicado en el momento en el que él quería hablar de fútbol. Llegaba el sábado a la noche a la concentración cuando ya había dado el equipo y aparecía para decir «que le parece sultano en lugar de mengano». Entonces le respondí que teníamos toda la semana para hablar de estos temas, pero esperaba al instante en el que estaba todo confirmado".

"Varias veces me dijo que me tenía que hacer responsable de lo que hacía. Me sonaba a amenaza. Como el famoso día que puse a (Pablo) Burtovoy por Leo Díaz porque sabía como atajaba los penales (ante Olimpia en los octavos de final de la Libertadores en Paraguay). Fue un drama tremendo. No fue en desmedro de Leo, que me rindió un montón, pero tenía intuiciones. Después cuando pasamos la fase, él en pleno festejo me vino a felicitar. «Me está cargando José, le dije. El día anterior me sacó de la concentración para pedir explicaciones de por qué no ataja Díaz y me viene así como si nada». Igual, nunca nada fuera de tono, pero tenía que bancarme estos planteos un días antes de la competencia", contó.

Pero la cosa no quedó solo ahí: "Estoy convencido que José sabe de fútbol, pero equivocaba los momentos. Le reconozco que él lleva un técnico adentro, pero sí le critico que era inoportuno".

En el final, le llegó al corazón a los hinchas: "Cuando iba a disputar la Libertadores y me cruzaba con la gente, me emocionaba. Me hacía llorar por la pasión que transmitía. Tenía que ir al vestuario para lavarme la cara. Nunca en mi vida me pasó y lo consiguió solo la gente de Colón. No me lo voy a olvidar nunca más".



Fuente: LT10

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