Coronavirus en Chile: Piñera, el peor ciego


A 7 meses exactos de los estallidos sociales de Octubre, Chile vuelve a enfrentarse al fantasma del levantamiento popular. Ollas comunes y un creciente malestar por la percepción generalizada de un Estado que no ayuda, ponen en jaque la gobernabilidad del presidente Sebastián Piñera, justo en el momento más duro de la crisis sanitaria del Coronavirus.

El lunes 18 de mayo, la comuna de El Bosque, al sur de la capital chilena amaneció, con manifestaciones de vecinos que pedían comida y ayuda estatal. Una reacción casi inmediata al mensaje presidencial del día anterior donde Piñera, por cadena nacional, prometió una serie de medidas para paliar la crisis social. Entre ellas, destacaba los 2,5 millones de cajas de alimentos para los sectores mas vulnerables. Pero ese era sólo el anuncio, sin una puesta en marcha resuelta.

Al día siguiente, la gente fue a la municipalidad a buscar su caja. Volvieron con las manos vacías y la moral por el piso producto de la represión policial. Ese mismo cuadro se repitió durante el día en otras comunas, como Estación Central. Y siguieron durante las jornadas subsiguiente en el resto de la capital. Mientras tanto, nuevas ollas comunes aparecieron como hongos después de la lluvia y se sumaron a las que jamás dejaron de existir en Santiago. Sólo que ahora son noticia.

En una entrevista del sitio web El Desconcierto, Leonardo Moreno, de la Fundación para las Superación de la Pobreza, explicó que ha resurgido el “sentido comunitario” de la población, sobre todo en la capital, de marcada mentalidad individualista. El resurgimiento de esta modalidad colectiva, guardaría directa relación con la dificultad que tiene la gente de obtener ayuda del Estado. “Una olla común tiene una composición comunitaria y colectiva. Las políticas públicas del Estado chileno no son ni comunitarias ni colectivas, son políticas fundamentalmente individuales” afirmó Moreno.

Es así como estas iniciativas colectivas se multiplicaron en comunas populares como La Pintana, Puente Alto, San Bernardo, Independencia, Estación Central y El Bosque, entre otras zonas de la capital. En Iquique y Antofagasta (extremo norte del país) también se repiten la mismas postales, en poblaciones con un fuerte componente migratorio. En el Sur, mientras tanto, el Sindicato de Pescadores Artesanales de Queule, en la Araucanía donó 200 kilos de reineta, 70 kilos de merluza y alimentos no perecederos para las ollas comunes de la ciudad de Temuco.

Por eso, todas las poblaciones más carenciadas esperan con ansias el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), una de las medidas del gobierno, que se pagaría recién a fines de Mayo y que contempla un bono por tres meses; $65.000.- chilenos para el primer pago, algo así como 75 dólares y que se reduciría de manera gradual durante los dos pagos subsiguientes.

Chile y las razones de Estado

Dentro de los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Chile ostenta una baja deuda pública. El país es ordenado y sus cuentas fiscales están al día. Sin embargo la deuda de los hogares es estrepitosa.

El propio ministro de Economía, Fomento e Industria, Lucas Palacios en un twitter a principio de año calificó al endeudamiento hogareño como “Asfixiante” y recalcó que “tras el alza de 2,9% de los últimos 12 meses, la deuda de hogares alcanzó el 75% de los ingreso de las familias Chilenas. A veces no queda otra y las personas se endeudan para vivir, pero las comisiones e intereses usureros no pueden transformarse en una pesadilla”.

Esa, entre tantas otras, fue una de las razones por las cuales se produjo el estallido de octubre y que daba cuenta de una sociedad altamente desigual. Pero con la llegada del Covid-19 toda esa efervescencia quedó en pausa. Sin embargo, el lunes 18, a modo de aniversario las cosas empezaron a volver a su cauce original.

Según el sociólogo y ex pre candidato presidencial por el Frente Amplio, Alberto Mayol, el pasado lunes se acabó la magia de la “razón de Estado”. Luego de la desobediencia civil de octubre, y con la llegada del Coronavirus se instauró la idea de que Chile se tenían que cuidar. La cuarentena hizo lo suyo y las calles se despejaron.

“Los chilenos en general acudieron a esa instancia con bastante poca crítica. Al contrario. La apoyaron (…) pidiendo que la razón de Estado sea mas fuerte, mas absoluta. Pero cuando entra en juego el problema básico de la sobrevivencia económica, la cosa cambia. Si tienes un Estado que no va a solucionar esa problemática, el malestar crece”, indicó el sociólogo en La cosa Nostra, el podcast que tiene en Youtube junto al periodista Mirko Macari.

Y amplió que hoy en día se produjo un giro donde “se volvió a la escena de ingobernabilidad que se dio en octubre pasado” y que llevó a Piñera a ostentar el nivel de aprobación más bajo desde la vuelta a la democracia: 6%. “Hoy las problemáticas del estallido siguen ahí, donde se habían congelado”, destacó Mayol y aclaró que “la potencia de esta razón de Estado se derrumba cuando las manifestaciones de la comuna de El Bosque irrumpieron”.

En ese sentido su compañero de podcast, Mirko Macari afirma que “lo que desequilibra el juego del poder de las democracias formales son las masas saliendo de su normalidad y entrando a un estado de efervescencia. Eso es lo que cambia el rumbo de la cosas; no es una elección, ni es fulanito, ni quién tiene razón en Twitter. Y eso el gobierno no lo quiere ver ”, concluyó el periodista.

Pareciera que el gobierno de Sebastián Piñera, no supo aprovechar la chance y el aire que le otorgó el Covid-19 para sacarse las anteojeras y atender los problemas que causaron el estallido. Hoy en día el país se enfrenta a una “razón de Estado” mucho mas poderosa que la enfermedad: el hambre. Pero el gobierno no la reconoce como tal. Y como dice el dicho: no hay peor ciego que el que no quiere ver.


Fuente: m1

Publicar un comentario

0 Comentarios