De Wuhan a los carteles de la droga en México: cómo se extiende la epidemia del fentanilo

El régimen chino hace poco por controlarlo. Y los miles de laboratorios clandestinos que producen el poderoso opioide tendieron puentes con las bandas narcos más peligrosas del mundo: Jalisco Nueva Generación y Sinaloa.


Sin pronunciar una sola palabra de mandarín, Joaquín “El Chapo” Guzmán e Ismael “El Mayo” Zambada fueron los primeros en olfatear el negocio. Popes del Cartel de Sinaloa vieron en los precursores químicos, las económicas máquinas compresoras y el fentanilo chinos una forma de traficar narcóticos a los Estados Unidos de manera fácil y con ganancias extraordinarias. La tradición familiar la heredaron hasta la actualidad Iván y Ovidio Guzmán, cuyos laboratorios trabajan sin descanso en Culiacán. También el Cartel Jalisco Nueva Generación reconoció la oportunidad de oro.

Trabajan a gran escala con farmacéuticas de envergadura. Algunas de ellas en Wuhan, el epicentro -también- de esta epidemia. Esta ciudad vio en los últimos meses cómo varios de sus envíos se cancelaron: el coronavirus golpeó a esta industria, de acuerdo a una investigación del diario Los Angeles Times. A consecuencia de ello, el precio del poderoso opioide se encareció en los mercados negros que lo comercializan. Como cualquier capitalista, los carteles se enojaron con los desastres que las cuarentenas provocaron en sus ganancias.

En Shanghai hay otras grandes cadenas de suministros que gozan de la flexibilidad de los controles. Hoy operan allí las más importantes. “El régimen no controla los productos falsificados de la NBA, por qué podría hacerlo con estos mercados que son mucho más redituables”, se pregunta un alto oficial de un organismo transnacional en estricta reserva de su identidad.

Una de las máximas autoridades sobre el tema -y una de las voces que primero advirtió de la epidemia en los Estados Unidos- es Anna Lembke, miembro del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford. Consultada por Infobae sobre el motivo por el cual el tráfico de fentanilo es un “buen negocio” y cómo podría cortarse esta cadena originada en territorio chino, la también directora de Medicina de las Adicciones de esa casa de altos estudios respondió que el principal motivo está a la vista: “Es más barato fabricar fentanilo ilegal en un laboratorio que introducir heroína en el mercado”.

“Eso es porque es un opioide puramente sintético. A diferencia de la heroína, no requiere el precursor de la amapola. Se puede hacer completamente de productos químicos en un laboratorio. Por lo tanto, han surgido laboratorios ilícitos en todas partes donde las personas tienen acceso a esta tecnología y a los productos químicos para suministrarla. Los gobiernos deben tomar medidas enérgicas contra estos laboratorios ilícitos dentro de sus propios países, al mismo tiempo que las fronteras deben protegerse contra la importación ilegal”, señala Lembke, en un intercambio de correos.

Esas cuevas florecen de China a México. En los Estados Unidos y en Canadá existen, pero son pequeñas y fáciles de rastrear y desmantelar: un único eslabón que sea descubierto por federales sirve para llegar al núcleo mismo de la producción en pocos días de investigación. El verdadero lucro para narcos y productores chinos está en introducir la droga de manera sencilla por simples envíos por correo estatal o privado -empaquetados como si fueran medicamentos lícitos- o por la frontera norte del país latinoamericano.

Pero este nexo implica un serio riesgo para China y la inacción de sus gobernantes. Servicios de inteligencia de la Unión Europea, Canadá, Estados Unidos, el Reino Unido y Australia monitorean constantemente los movimientos entre funcionarios chinos cómplices, fake labs y carteles mexicanos. La ya golpeada imagen del régimen se ensucia más y más. ¿Hasta cuándo lo tolerará Beijing? Los casos de traficantes chinos comienzan a inundar cortes norteamericanas. Y la conexión con los señores de la droga, más evidentes.

Esta epidemia golpea -hasta el momento- a naciones desarrolladas. No hay una única explicación de por qué ocurre así. Pero el descontento y la preocupación de estas administraciones con el régimen chino es total. Se deja entrever en cada documento en el que se nombra la crisis generada por esta droga sintética.

- Esta epidemia no es solo estadounidense y parece convertirse en una pandemia: el Reino Unido, Australia, Alemania, Canadá y otros países muestran cada vez más casos de adictos al fentanilo. ¿Cree que hay un patrón que se da a partir de la medicina o es por el tráfico de drogas?

- Cada país tiene una historia de origen ligeramente única. Creo que en el Reino Unido su crisis de opioides comenzó como un problema de heroína, que luego se transformó en un problema de prescripción excesiva de opioides. En Canadá, su historia refleja la de los Estados Unidos, comenzando con los opioides recetados y luego pasando a la heroína y al fentanilo ilícito, a pesar de que su sistema de atención médica es bastante diferente. Lo que es consistente en todos estos países es que el problema de la prescripción excesiva de opioides dentro de la comunidad médica está profundamente entrelazado y contribuye al mercado ilícito de opioides, y uno se alimenta del otro.

Esa alimentación recíproca es clara: los grandes laboratorios clandestinos chinos y los carteles trabajan de forma coordinada a gran escala. Cada vez más. Las cabezas más lúcidas de Beijing deberán ajustar asuntos internos: es que si la idea de Washington de declarar a las bandas de narcotráfico como grupos terroristas finalmente prospera, entonces los problemas llegarán más allá de Sinaloa, Wuhan o Shanghai. ¿Hablaron sobre esta posibilidad Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump durante la reciente cumbre en Washington?

Entre las organizaciones criminales en la mira de la Justicia de los Estados Unidos figura un personaje clave: Fujing Zheng. Nacido el 11 de enero de 1983, es el jefe de uno de los mayores conglomerados de fentanilo de China: Qinsheng Pharmaceutical Co. De fachada aparentemente legal, esta empresa radicada en Shanghai está acusada de exportar decenas de millones de dosis de este medicamento de manera irregular en todo el mundo. El hombre de 37 años no está solo: lo asiste su padre, Guanghua Zheng, de 64, también alcanzado por la investigación.

De acuerdo a la fiscalía del Distrito Norte de Ohio -uno de los estados más golpeados por la epidemia- Zheng maneja una organización dedicada a la “creación, mantenimiento y control de compañías en China cuyo propósito es el comercio ilegal de drogas, el tráfico, y el lavado de dinero”. Entre otras firmas este conglomerado maneja la Shanghai Pharmaceutical Company, también dedicada a este tipo de ilícitos.

“La Organización de Tráfico de Drogas Zheng primariamente se especializó en la producción masiva y la distribución de tres tipos de narcóticos sintéticos: opioides, incluidos en fentanilo, análogos de fentanilo y otros opioides sintéticos”, señala el documento al que accedió Infobae. Pero además, para asegurarse toda la cadena comercializadora, la banda “controlaba sitios web extranjeros como fachadas” para vender sus productos.

Los tres principales sites eran, entre otros: globalrc.net, goldenrc.com y toplabrc.com. Operaban en todo el mundo, desde Oceanía a América Latina de manera híper profesional. El lenguaje, por ejemplo, no era una barrera: se podían realizar transacciones en 35 idiomas. Muchos más del que disponen los vendedores online más cristalinos y universales. Las promociones para llegar a sus clientes también se hacían en línea en otros portales que también gerenciaban.

De acuerdo a un informe detallado de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad del Congreso norteamericano, “China es el mayor proveedor de fentanilo hacia los Estados Unidos, México y Canadá”. “Como consecuencia de que el fentanilo ilícito no es usado extensamente en China, las autoridades ponen poco énfasis en controlar la producción y la exportación”, señala el documento que señala que los carteles del país vecino al sur “actúan como el principal conducto del país para el fentanilo chino destinado a los Estados Unidos -comprando envíos a granel y traficando- ya sea solo o mezclado con otras drogas como la heroína, a través de la frontera de los Estados Unidos”.

“Las deficientes capacidades locales de inspección y aplicación de drogas, junto con prácticas corruptas entre los funcionarios locales, también limitan la efectividad de las regulaciones químicas de China”, concluye la investigación de la comisión parlamentaria. Ese mismo informe da un ejemplo claro de la falta de controles por parte de las autoridades del régimen: hace referencia a un sitio online que se dedica libremente a vender los productos ilegales. Se trata de China Enriching Chemistry, también en Shanghai “donde dstribuidores y consumidores de químicos ilícitos compran y venden sustancias ilícitas anónimamente”.

La epidemia del fentanilo o los opiáceos no se combate con cuarentenas o vacunas. Es muchísimo más compleja. Para Lembke la tarea debe ser “multifacética”. La académica de Stanford es una convencida de que la crisis comenzó como un exceso médico, es decir, a partir de la ola de prescripciones que los profesionales hacían a sus pacientes para evitar los dolores crónicos. Sin embargo, ahora cree que eso es sólo una parte.

“Tenemos que abordar el problema de la prescripción excesiva de opioides en la comunidad médica, ya que así es como comenzó todo, pero eso por sí solo no resolverá nuestra crisis”, remarcó la profesora. “También es preciso apuntar a los opioides ilícitos como la heroína y el fentanilo ilícito, que ahora matan a más estadounidenses que los opioides recetados, aunque las muertes relacionadas con los opioides recetados han disminuido solo marginalmente”.

Lembke explica que para combatir este tráfico son vitales los controles: “Significa cortar la importación de heroína y fentanilo ilícito a través de las fronteras, y criminalizar la venta de estas drogas poderosas y letales (...). El sistema de justicia penal tiene un papel importante en la lucha contra la epidemia de opiáceos, que consiste en luchar contra grandes redes comerciales y laboratorios ilícitos, no encarcelar a los que tienen poca posesión para uso personal”.

Fuente: infobae

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