Muertes de calle Francia: para robar sabían que tenían que matarlos

Luego de dos años de investigación, un hombre fue detenido e imputado y se busca a una segunda persona que habría actuado como cómplice. Los detalles del crimen.


El miércoles 24 de octubre de 2018, la policía encontró una macabra escena dentro de una vivienda ubicada en Calle Francia al 1.100 en pleno barrio sur.  Dentro de la casa yacían los cuerpos sin vida de Mónica Rampazzo y Rafael Espino. En la planta alta se encontraba en un precario estado de salud el hijo del matrimonio, un muchacho de 35 años con una alta discapacidad motriz y cerebral. Finalmente falleció el 27 de octubre en el Hospital Cullen.

La policía llegó allí luego de que una mujer que colaboraba en las tareas del hogar realizara la denuncia pertinente por no obtener respuestas de la familia desde el día sábado 20.

Casi dos años después, tras dos allanamientos, uno en barrio Santa Rosa de Lima, de la ciudad de Santa Fe, y otro en Santo Tomé, se detuvo a un hombre de 41 años que se dedicaba a la albañilería y quien era apuntado como el principal sospechoso de los asesinatos.

En la jornada del lunes, se realizó la audiencia imputativa en la que se le atribuyeron los siguientes delitos: doble homicidio calificado por criminis causa, y abandono de persona seguido de muerte por el hijo de la pareja. Además, se lo acusó del robo de la camioneta Duster que había desaparecido del garage y fue encontrada en barrio Santa Rosa de Lima, y de una suma de dólares.

Según explicó la fiscal Ana Laura Gioria “lo que guió a esta persona al lugar es desapoderarlos del dinero y del vehículo y para hacerlo, para lograr esta impunidad, porque lo conocían, es que les quita la vida”. Por otro lado, también resalta que el imputado conocía la situación del hijo del matrimonio y “no podía ignorar que haciendo lo que hizo lo privaba de toda posibilidad de ayuda y auxilio”.

“Fue algo que él necesitó hacer para después no ser delatado, investigado. Fue a robar sabiendo que tenía que quitarles la vida para hacerlo”, afirmó la fiscal sobre la hipótesis que estos manejan desde el inicio de la investigación.

Al ser consultada sobre lo que declaró el imputado, Gioria relata que “reconoció haber efectuado trabajos periódicamente en la casa, que los conocía desde hace aproximadamente 8 años, y que había sido recomendado por una abogado que era amigo de la familia”. Este finalmente es quien les proporcionó el número telefónico a la justicia.

Además, dijo haber ido ese sábado a la casa, pero “negó la responsabilidad”. Por otro lado, dijo que Espino “le había prestado la camioneta para que vaya a buscar un tarro de pinturas a su casa, pero no pudo explicar porque la tenía después del crimen”.

Otra evidencia que aportó la fiscalía y que sirvió para la detención es haber podido comprobar “que en el tiempo en el que se provocó el crimen, el teléfono celular del imputado estaba en las adyacencias de la casa de los Espino”.

En cuanto a la participación de una segunda persona en los asesinatos, Gioria aseguró que no creen que actuara solo. En primer instancia porque testigos aseguraron que el imputado les había dicho que asistió a la casa con alguien más, y además por las contexturas físicas de las víctimas. El señor Espino medía 1.93 y era muy voluminoso, y la señora Rampazzo era alta, “al no encontrarse ningún impacto de arma de fuego o herida punzante, necesariamente debería haber otra persona, porque uno solo no podría haber reducido a los dos” enfatizó al fiscal.

La autopsia determinó y confirmó que Rafael Espino murió por asfixia mecánica, aunque no se pudo asegurar lo mismo en su esposa. Tampoco descartan que para reducirlos les proporcionaran alguna sustancia no detectable.

Entre otras de las aristas de la causa, la fiscalía explicó que nunca pensaron que se trató de un atentado de uno contra el otro, ya que ambos tenían como principal objetivo de vida brindar confort y ayuda a su hijo.

Por último, Gioria reveló que “los testigos declararon que el matrimonio tenían mucho dinero en efectivo en su casa” y que durante la investigación se secuestró una gran suma, pero que no sería el monto total y que tampoco “hay forma de determinarlo con certeza, porque solo los Espino sabían lo que tenían”. 

Fuente: LT10


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