Kim Jong-un, el hombre del año

Si a Kim Jong-un le faltaba algo para convertirse en el hombre del año, el lanzamiento de un misil -con capacidad de portar una cabeza nuclear- que puede llegar a Estados Unidos, lo acerca a esa distinción que otorga la revista Time.


Después de todo, esa publicación estadounidense eligió en 1938 a Adolf Hitler, no por sus virtudes como jefe del gobierno alemán, sino porque ya había empezado a mostrar algunas señales del autoritarismo con el que pretendía conquistar el mundo.
Esta semana, el presidente Donald Trump -elegido la persona del año en 2016- dijo que había declinado esa oferta para el año en curso.
Pero Time desmintió esa información del mandatario y dijo que dará a conocer su elección el próximo 6 de diciembre.
Después de dos meses de paréntesis, durante los cuales la Casa Blanca creyó que podría abrirse algún tipo de diálogo con Pyongyang, la prueba de un misil intercontinental del pasado 29 de noviembre ha hecho añicos los esfuerzos realizados por funcionarios estadounidenses y norcoreanos para impulsar nuevas conversaciones de paz.
Lo cierto es que, más allá del premio que otorga Time, no hay otro líder que haya aterrorizado al mundo como Kim, un líder venerado como un dios en su país y cuyos cortes de cabello (con los parietales al ras) son imitados masivamente por los jóvenes de Corea del Norte.
Obviamente, el competidor de Kim es Trump. No hay otro líder que se le acerque por su locuacidad. Uno y otro se han pasado el año amenazándose y peleándose como dos chicos que quieren volver a los tiempos de la Guerra Fría.
Pero, en los últimos meses, la desconfianza entre Washington y Pyongyang está alcanzando niveles nunca vistos, y se agravó aún más después que Corea del Norte lanzara su misil balístico intercontinental, que cayó en el mar de Japón tras alcanzar una altura inédita de 4.475 kilómetros.
Según los expertos, si el misil hubiera sido disparado en una trayectoria estándar, y no hacia arriba, habría alcanzado unos 13.000 kilómetros de distancia, suficiente como para llegar a cualquier parte de Estados Unidos.
Lejos de protestar como suele hacer con otros ensayos norcoreanos, Corea del Sur lanzó horas después un misil que puede destruir un búnker antinuclear. Su objetivo sería destruir lugares estratégicos donde se refugiarían los mandos de Pyongyang en caso de guerra.
"Es difícil saber lo que puede ocurrir, pues se trata de dos líderes (Trump y Kim) muy declaratorios y agresivos", dijo a Télam Mario Sznajder, profesor en Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
"Norcorea no puede atacar a Estados Unidos. Pero puede utilizar sus capacidades -aunque sean sólo potenciales- para mejorar su posición en las negociaciones con Estados Unidos, Corea del Sur, China y Rusia", afirmó el analista.
Ya no es solo la Casa blanca la que quiere poner límite al programa nuclear norcoreano, sino también Seúl, Moscú y Beijing.
"Nos vamos a ocupar de ello", dijo el presidente Trump, sacudido por el lanzamiento del misil de Pyongyang.
Sin embargo, el ministro de Defensa estadounidense, James Mattis, dijo que la Casa Blanca no abandonará la vía diplomática, basada "en una posición de fortaleza, porque tenemos opciones militares".
China, principal socio comercial de Pyongyang, anunció que seguirá cumpliendo las sanciones contempladas en recientes resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, pero se negó a confirmar si cortará el suministro de petróleo a Corea del Norte, como sugirió Estados Unidos.
En algunas oportunidades, Beijing ha defendido su relación comercial con Pyongyang porque considera que cumplir con las obligaciones de la ONU no significa dejar de lado las cuestiones humanitarias.
Al respecto, la embajadora estadounidense en la ONU, Nikki Haley, recordó que cuando Beijing puso dicha medida en práctica, Pyongyang accedió a negociar.
La prueba norcoreana sirvió, además, para que Corea del Norte se proclamara un Estado nuclear, teniendo en cuenta la calidad del ensayo atómico, cuya importancia fue avalada preliminarmente por Washington, Corea del Sur y Japón.
Por lo tanto, Pyongyang se agregaría al selecto club de países con bombas atómicas que integran legalmente Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y China y, por fuera de la ley internacional, Israel, India y Pakistán.
Aunque Pyongyang exhibió en los diarios de ese país las fotos de su nuevo cohete Hwasong-15, los expertos siguen dudando de la verdadera fortaleza del arsenal norcoreano.
De todos modos, no hay duda de que dicha prueba volvió a sacudir el tablero internacional.
Esta vez, sin embargo, reaccionó también Rusia que dijo que una guerra contra Corea del Norte no sería una sorpresa para Moscú que ya está haciendo "cálculos y preparativos" para una eventual contienda bélica.
De todos modos, el jefe del consejo de Seguridad ruso, Nikolai Patrushev, advirtió que una guerra en la península coreana no está en el interés de Moscú.
"Pese a que ciertos sectores de la Administración Trump consideran que el régimen norcoreano tiene una naturaleza expansionista, Corea del Norte no parece estar preparándose para una guerra ofensiva", dijo a Télam Andrés Matías Schelp.
El analista, asistente académico del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), afirmó que "el uso preventivo de la fuerza por Kim no conseguiría la victoria, ya que la defensa militar de Estados Unidos es muy alta".
"Además, dicha opción acarrearía altos costos para el régimen norcoreano", añadió.
Si Kim subestima las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU, cometerá un grave error no solo por las consecuencias económicas que tendrá para su país. Asimismo, lo alejará aún más de sus potenciales aliados.
Por el contrario, si Trump adopta una resolución unilateral contra Norcorea deberá dar explicaciones a las principales potencias de Occidente.
Ya le ocurrió en el pasado a Estados Unidos con la invasión de Irak, llevada a cabo sin aval de la ONU y a pesar de la oposición de Alemania y Francia, en febrero de 2003.