Operativo Blindaje

¿En qué cajón habrá quedado guardada la tristemente célebre “Doctrina Irurzum” que permitió las peores tropelías y atropellos de las que se valió la putrefacta justicia de Comodoro Py para perseguir y encarcelar opositores?


“La verdad se corrompe tanto con la mentira, como con el silencio” 
Marco Tulio Cicerón

En un nuevo capítulo que reafirma la consagración del despropósito judicial y  la impunidad, la jueza Capuchetti decidió elevar a juicio la causa del atentado a la Vicepresidenta de la Nación, cerrando de esta manera la etapa de instrucción, que en teoría es la puramente investigativa. “No va más”, parece decir la jueza con fuertes vínculos con el PRO, con la AFI macrista y con el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y dice “no va más” con un apuro pocas veces visto. Pese a los insistentes pedidos de parte de los abogados de la querellante Cristina Fernández de Kirchner, y a la opinión de buena parte de los doctrinarios y de lo que indica hasta el mismísimo sentido común, decidió cerrar la etapa investigativa.

Cerrar la etapa de instrucción significa encapsular la causa y centrarla en los tres perejiles que se encuentran presos, para beneplácito de buena parte de la oposición y la enorme porción de aire de la que disponen los formadores de opinión de los medios concentrados dominantes, que desde el mismo día del atentado, vienen repitiendo a coro y con una sincronización de relojería suiza, que se trataba de “tres loquitos sueltos”. Cerrar la etapa de instrucción significa blindar a los sospechosos de ser los autores intelectuales del intento de magnicidio. Que vaya casualidad también, esos sospechosos son encumbrados dirigentes del anterior gobierno. 

La jueza Capuchetti es responsable del borrado de gran parte de la información contenida en el teléfono del pretenso ejecutor del fallido plan Sabag Montiel, teléfono secuestrado la misma noche del atentado. En un episodio digno de una serie policíaca de argumento algo berreta, el sobre que trasladaba el teléfono desde el juzgado, se abrió en el camino y cuando la Policía Federal lo manipuló, se borró buena parte de la (valiosísima) información que contenía. De no creer, pero sucedió.

Un testigo declaró que dos días antes del atentado, en una confitería cercana al Congreso escuchó decir al Diputado Nacional Gerardo Milman, otrora jefe de campaña de Patricia Bullrich en diálogo con dos de sus tantas secretarias, “cuando la maten, yo voy a estar camino a la costa”. Cuando las señoritas de trabajo incierto fueron citadas a declarar, en un principio negaron haber estado en la confitería ese día y también negaron la conversación con Milman. Pero cuando les mostraron el video de las cámaras del lugar donde se las veía conversando con Milman, súbitamente recobraron la memoria y no les quedó otra alternativa que reconocerlo, sólo con el pequeño detalle de que cuando declararon en primera instancia “no se habían acordado que habían estado ahí”. Unos (¡10 días!) después, desde el juzgado les requirieron a las secretarias que entreguen sus teléfonos. En esa ocasión una de ellas (Carolina Gómez Mónaco) dijo que lo había cambiado; la otra (Ivana Bohdziewicz) que había borrado todo porque “se había asesorado”. A pesar del pedido de la querella, Capuchetti nunca le solicitó el teléfono a Milman (no vaya a ser que…). Se confirmó que Capuchetti, además de ser jueza, es empleada del gobierno de CABA, cuestión estrictamente prohibida por el ordenamiento legal de esa jurisdicción, y a pesar de los pedidos de recusación no se apartó nunca de la causa. Total normalidad.

Se corroboró también que efectivamente, el día y hora del atentado, Milman estaba viajando rumbo a la costa, lo que vino a confirmar los dichos del testigo de la confitería. El Diputado Nacional experto en seguridad e inteligencia y ex jefe de campaña de Patricia Bullrich, extrañamente había anticipado el atentado un mes antes de ocurrido, mediante un Proyecto de Declaración presentado en la Cámara de Diputados, donde advertía acerca de la posibilidad de un magnicidio. Pero para la jueza, nada de eso era relevante. Aquí no ha pasado nada. 

 Ivana Bohdziewicz, pidió declarar nuevamente en la fiscalía; allí filtraron la información a los abogados de la defensa antes incluso que la chica declare; de ese modo la presionaron para que revea lo que iba a decir. La encargada de presionarla fue ni más ni menos que Carolina Gómez Mónaco la otra de las secretarias de Milman que estaban en la confitería el día que el testigo escuchó aquél diálogo. Ivana Bohdziewicz en su nueva declaración se desdijo de la anterior y manifestó que en realidad la obligaron a borrar su teléfono, concretamente su compañera la llevó a un lugar que funcionaba como oficina de Patricia Bullrich. Allí la esperaba el perito informático que se encargó del trabajo de borrado que ¡oh casualidad! es asesor de Patricia Bullrich (humilde sugerencia: cuiden a esa chica por favor). ¿Esto no es entorpecimiento y obstaculización de la investigación? ¿Borrar el contenido comprometedor de un celular no lo es? ¿En qué cajón habrá quedado guardada la tristemente célebre “Doctrina Irurzum” que permitió las peores tropelías y atropellos de las que se valió la putrefacta justicia de Comodoro Py para perseguir y encarcelar opositores? Todo esto para la jueza, no merece ser investigado en lo más mínimo. Siga siga.

Capuchetti nunca quiso acumular las causas (la de Revolución Federal y la del atentado) a pesar que el atentado tenía una clara finalidad política. Esto es así porque no se trató de ninguna manera de un ilícito común y corriente; fue un acto terrorista y debió ser investigado como tal. Con la consumación del magnicidio, pretendían generar caos y hacer saltar por los aires al gobierno. Esto surge de los chats entre los propios integrantes de “los copitos”, que “casualmente”, son coincidentes con los de los integrantes de Revolución Federal. Además, había infinidad de elementos vinculantes entre una y otra causa, sin ir más lejos la ostensible financiación por parte de la familia del “Messi de las finanzas” al grupo terrorista Revolución Federal, la presencia de Brenda Uliarte y Gerardo Milman en las marchas de las antorchas y las guillotinas, la planificación previa, la inteligencia desplegada desde el departamento de “la vecina” etc. Todo esto, para la jueza empleada de CABA, fue irrelevante. Acá tampoco ha pasado nada.

Cabe recordar, que cuando ocurrió el suicidio de Nisman, investigaron hasta las pistas más absurdas y fantasiosas, como la del famoso “Comando venezolano-iraní con entrenamiento en Cuba” que entró al departamento de Nisman por una rejilla de 10 cm. Y para investigar hasta lo más disparatado, se valieron del argumento de que se trataba de un hecho de extrema gravedad institucional; al parecer, atentar contra la vida de un vicepresidente o una vicepresidenta no es tan grave, ¿no? Levántese que no fue nada. 

También es bueno recordar que perforaron media Patagonia jugando a la búsqueda del tesoro, -show televisivo en vivo y en directo mediante- (el sólo pensar que hubo gente pegada al televisor toda la noche creyendo que las retroexcavadoras encontrarían algo, da como una especie de ternurita mezclada con escozor (¡esa gente vota, caray!); a Cristina le destrozaron literalmente el departamento de Recoleta (¡cómo olvidar a los perros entrenados para oler dinero!). También le destrozaron su casa de El Calafate. Cómo olvidar entonces también, a la Policía de CABA (¿?) agujereando las paredes en la búsqueda de las famosas bóvedas que les hiciera creer que allí había cierto ex periodista que de un día para el otro, de fundir un diario y quedarle debiendo a medio mundo, pasó a gozar de una vista excepcional desde los enormes ventanales de su departamento de Miami ¿no?. A Cristina la justicia le hizo todo eso, pero el celular de Milman no se toca, pues sería un atropello a la intimidad, ¿verdad? Tranqui, no pasa nada.

Es tan, pero tan evidente que NO QUISIERON NI QUIEREN investigar y están tan a la vista las atrocidades cometidas que no parece haber marcha atrás en esto: ni vergüenza les da. Es evidente que la intención de Capuchetti es que el caso termine en ese grupito de lúmpenes que están presos; por eso tanto apuro en elevar la causa a juicio, para cerrar el círculo en los perejiles y blindar a los autores intelectuales del intento de magnicidio. Quizá la explicación radique en que no toleran verla en el rol de víctima, como evidentemente lo es. Están tan acostumbrados a ubicarla en el rol de victimaria, que una realidad distinta los descoloca. Lo cierto es que  no se puede convivir pacífica y democráticamente con estas prácticas deleznables. Si la sociedad no reacciona a tiempo, será demasiado tarde para lamentos. Nuestra historia es sabia y abunda en ejemplos. No vendría mal recurrir siempre a ella con espíritu crítico.     





Ignacio de Tuati
Abogado. Mat. 6164
Sarmiento 1752. Santo Tomé.
Te: 342-462895. 
drdetuati@hotmail.com
        

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