ICEBERG A LA VISTA

 “Pues, si no tienen pan, que coman pasteles” 

María Antonieta, Reina de Francia. 1789.




El rumbo que ha tomado la Argentina desde la asunción de Milei el 10 de diciembre pasado no puede tomar por sorpresa a nadie. En gran medida, todo lo que prometió que iba a hacer, lo está intentando hacer o lo está haciendo. Es cierto que mintió en muchas cosas, pero a poco que uno repasa todas y cada una de las propuestas, discursos y debates previos a las elecciones, llegamos a la conclusión de que de una manera eficazmente selectiva, en lo que mintió es en las cosas que a priori aparecían como positivas para la población. Ejemplo de ello son afirmaciones tales como “al ajuste lo va a pagar la casta, lo va a pagar la política, no la gente” o “antes de subir un impuesto me corto un brazo”.


 Como contrapartida, está más que claro que en lo que sí dijo la verdad, es en aquellas cosas negativas, como por ejemplo que nos esperan meses de alta inflación, caída del consumo, recesión, estanflación, eliminación de controles, apertura indiscriminada de importaciones, y lo fundamental, que para conseguir todo ello, lo haría a través de un “shock”. Esto es, cirugía mayor en diez minutos y sin anestesia.


Una elemental cuestión que incluso podría formularse como ley física, indica que la reacción, es directamente proporcional al estímulo recibido. Esto viene a cuento del puchereo constante del propio gobierno y de sus acólitos de toda índole, incluidos periodistas contorsionistas -habilísimos en justificar el tremendo ajuste sobre la población- que lloran cual plañideras ante cualquier reacción de distintas entidades o de la misma sociedad a través de marchas, cacerolazos, manifestaciones de repudio, o hasta el mismo paro de la CGT del 24 de enero. Esgrimen por lo general que “hay que darle tiempo” o que “no van ni siquiera dos meses de gobierno” o simplemente “déjenlo gobernar”. Son argumentos tan disparatados como pueriles. 


¿O sea que el presidente sí se puede hacer el capanga, blandiendo motosierra en mano y a los gritos con voz de rastrojero fundido amenazando que se viene un ajuste feroz, un shock tremendo, cirugía mayor sin anestesia, pero a su vez se muestra sorprendido por la rápida reacción de la sociedad? ¿Qué esperaba, una reacción gradual? ¿En qué quedamos leoncito? ¿Le gusta rugir, pero no que le rujan? La ecuación es simple, amigos: a políticas graduales, reacciones graduales. A políticas de shock, reacciones de shock.     


La idea del sacrificio presente para un futuro venturoso es tan vieja, tan inverosímil y de tan fácil demostración el embuste en el que consiste, que aún así y a pesar de ello, sigue siendo efectiva. Hay mucha gente que lo repite, quizá sin pensarlo. Un amigo me dijo que “lo que pasa, es que por lo general, los seguidores de este gobierno, llegan a conclusiones en base a creencias, y a las creencias dejalas para la religión o cuestiones místicas. La política se mueve con otros paradigmas de interpretación. Por lo general, los militantes del campo popular arribamos a conclusiones en base a estudio, lectura, análisis crítico y empatía social. Qué me venís con creencias”, agregó mi amigo. Mientras esto escribo, pienso que razón, no le falta.   


Nuestra historia está plagada de ejemplos de este tipo, de aquéllos que te dicen que al infierno presente, lo sucede el paraíso. O dicho de otra manera, para llegar al paraíso, sí o sí tenés que pasar por el infierno. Sí o sí. El asunto, pienso yo, es que a las llaves del paraíso la tienen los Rocca, los Pagani, los Mindlin, los Rattazzi, los Magnetto, los Bulgheroni, entre otros pocos. Y se comenta que ellos mismos andan diciendo por lo bajo que el lugar es muy chiquito y entran pocos, ¿vio?. Esta lógica, que evidentemente se ha impuesto, tiene notorias semejanzas con la fábula del burro y la zanahoria. El burro la persigue sin cesar, creyendo que algún día la alcanzará. Más o menos como suele ocurrir con las sociedades, por lo visto. 


Porque lo cierto es que ese bienestar que prometen los gobiernos de corte neoliberal -como el presente-, no llega nunca. Por otra parte, ¿Dónde está escrito que para estar mejor mañana, tenemos que estar peor hoy? ¿Dónde? El de Alberto Fernández fue un muy mal gobierno, creo que habrá coincidencia generalizada en esta afirmación. Y quienes hoy gobiernan, oposición en ese entonces, gritaban a los cuatro vientos que “peor que esto no se puede estar…” Pues bien, ellos mismos han demostrado que sí, que podíamos estar peor, porque ahora evidentemente lo estamos. No hay que ser un genio para darse cuenta de tal aseveración. Sólo basta con contestar esta simple pregunta: ¿estamos mejor, igual o peor que con el gobierno anterior? Y la respuesta, si los alimentos o productos de primera necesidad, el combustible, el transporte y las tarifas han duplicado o triplicado sus precios, y la gente sigue ganando lo mismo, es muy obvia.


Por otra parte, la teoría del sacrificio, para ser creíble debería ser completa. Si vamos a sacrificarnos, pues hagámoslo todos. Pero resulta que los que nos sacrificamos siempre somos los mismos. Y en simultáneo, -bien en simultáneo para que no queden dudas-, los sectores más concentrados de la economía se enriquecen muchísimo más. A ellos no les toca la parte del sacrificio, qué cosa che. Lo que nos sacan a nosotros, va directamente para ellos. Transferencia de recursos que le llaman. Pero “no la ven”.   


Los momentos de bienestar en nuestra historia han llegado de la mano de los gobiernos populares, que apuestan a la construcción de un sentido nacional, al trabajo, al consumo interno, a la industrialización del país a través de inversiones fuertes en tecnología por parte del Estado, a la articulación de políticas soberanas y a la independencia económica. Y todo ello, no sólo no tomando deuda, sino en ocasiones, pagando las que otros contrajeron, como ocurrió en el virtuoso ciclo 2003/2015.  Hay que decirlo con todas las letras: los gobiernos de corte popular han sido breves paréntesis en la historia argentina, contrariamente a la enorme mayoría de gobiernos de corte liberal o neoliberal que nos han sumido sistemáticamente en la más absoluta pobreza e injusticia social a la gran mayoría de la población, y encima endeudándonos por generaciones. Desafío al incrédulo, a que me nombre uno solo, no dos ni tres, un solo gobierno de corte neoliberal que haya sido exitoso para las grandes mayorías.         


El rejunte de improvisados de este gobierno, no sólo demuestra inoperancia en cuestiones elementales que tienen que ver con el desconocimiento del funcionamiento del Estado, sino que en el plano institucional, se ha manejado con la gracilidad de un elefante en un bazar. Violentando todas y cada una de las instituciones republicanas, apelando a conductas de un inocultable fascismo (digo inocultable porque ya ni siquiera simulan no serlo), tratando de meter de prepo un DNU (evidentemente escrito en los estudios jurídicos de las grandes corporaciones, porque es claro que es un DNU “delivery”) que no sólo deroga leyes, modifica códigos de fondo como el civil y comercial y el penal, e incluso ¡hasta la Constitución Nacional!, sino que es tan grande el dislate jurídico que ni siquiera doctrinarios con letrero pintado por ellos mismos y colgados al cuello de “furiosos antikirchneristas”, se han animado a defenderlo. Otro tanto con la Ley Omnibus. 


A lo largo de nuestra historia, hubo algunas “leyes ómnibus” (llamadas así por abarcar un amplio espectro de derechos, algunos incorporados, u otros reformados). Tales son los casos por ejemplo, de la Ley 14.394 de 1954, que legisló sobre derechos de menores, bien de familia, ausencia con presunción de fallecimiento, etc. O la Ley 17.711 de 1968, que incorporó al Código Civil una serie de principios que tenían que ver con la evolución del derecho y la necesidad fundamentalmente, de consagrar el principio de buena fe, en las relaciones entre individuos. Pero obsérvese que en ambos casos, se trata de regulaciones en el ámbito del derecho civil. Fueron numerosos los cambios (de ahí lo de ley ómnibus), pero todos circunscriptos al derecho civil. Además, la elaboración de cada una de ellas demandó el estudio y la dedicación de numerosos juristas, a través de congresos, debates, ponencias, sesiones especiales llevadas a cabo a lo largo de meses entre los más destacados y renombrados catedráticos del derecho. 


El engendro (bien llamado mamotreto) presentado en sesiones extraordinarias por iniciativa del PEN, no sólo fue escrito entre gallos y medianoche vaya uno a saber por quienes, insólitamente abarca materias como derecho civil, comercial, penal, aduanero, de minería, fiscal, de seguridad social y laboral, deportivo (?) entre otras muchísimas materias más. Y como todo esto fuera poco, el presidente quiere arrogarse la suma del poder público a través de facultades delegadas, para poder hacer y deshacer a gusto, cual si de un jeque árabe se tratara. Me acuerdo de mis épocas de estudiante, en donde nos enseñaban que Juan Manuel de Rosas había sido un ser malvado y dañino porque se había hecho otorgar facultades extraordinarias por la Legislatura Bonaerense. Rosas fue malo, Milei es bueno. El que no lo entiende es porque no quiere.


Además de la falta de expertiz en cuestiones públicas por parte del rejunte que un buen día se encontró gobernando el país, otro de los aspectos que llaman poderosamente la atención es la burbuja impermeable que tiene cada uno de los integrantes del gobierno, que les impide palpar la realidad tangible. Así como si viajaran en un batiscafo y ése y sólo ese fuera su mundo, el contacto con la gente mirándolos a la cara, los desconcierta. 


Pocas veces se ha presenciado en vivo y en directo tamaña ostentación de tilinguería y de desconocimiento absoluto de la realidad, como el episodio protagonizado por la Super Ministra de Capital Humano (que engloba a 5 ex ministerios) Sandra Pettovello, quien por su condición de “gente bien” ella sí está autorizada a usar una cartera de U$S 30.000.- Ella sí, no confundamos. Decía, que en circunstancias de estar en la puerta del emblemático edificio con el rostro de Evita sobre la Av. 9 de Julio de Buenos Aires, y ante el reclamo de organizaciones sociales y ciudadanos de a pie que la están pasando realmente mal porque el gobierno dejó de enviar las partidas para comedores comunitarios, a Pettovello se la escuchó decir, “Chicos (?), ¿ustedes tienen hambre? Bueno, vayan de a uno que yo los voy a atender…”  Yo creo que desde la época de la Revolución Francesa de 1789, con la famosa frase que –dudosamente- se le atribuye a María Antonieta: “pues, si no tienen pan, que coman pasteles…”, desde tal época que no se escuchaba semejante demostración de lejanía con la realidad. Gobierno de tilingos, pero con cucarda.


A las marchas y contramarchas de anuncios, a las contradicciones en el discurso entre integrantes del mismo gabinete, a la torpeza e inoperancia generalizadas, se le suma una política exterior que pareciera extraída de una película de humor, del tipo “La pistola desnuda”. Los asombrosos desatinos de la Canciller Mondino, la transforman en una verdadera caricatura. Se alejó de los Brics por puro e infantil prejuicio ideológico; coqueteó con Taiwán para hacer enojar al gigante chino, el mayor comprador de productos primarios argentinos. Todo ello, sumado a los insultos y agravios gratuitos y sin sentido del presidente Milei a otros mandatarios del mundo, incluidos el Papa y Lula (otro de nuestros grandes socios comerciales), más los deseos inconfesables de tener “relaciones carnales” de nuevo, hacen que uno se vea en la obligación de decir: “a esta película ya la vi…”


Mire, si voy al cine a ver Titanic, por más que haya algunos en la sala que me digan “todavía no la ves, hay que darle tiempo, vas a ver que esta vez el barco va a esquivar el iceberg y no se va a hundir, se van a salvar todos…” Qué quiere que le diga… No me gusta ser pincha globos, pero yo ya sé que me están queriendo chamuyar, yo ya sé que el barco se estrola contra el bodoque de hielo, del mismo modo que sé que nada de lo que me prometen me va a llegar a mí, ni a nadie de mi condición social. No es que tenga la prodigiosa facultad de ver el futuro ¿eh?, no vaya a creer. Sólo basta con ojear el pasado nomás. Y sí, a esta peli ya la vimos y sabemos cómo termina…       




IGNACIO de TUATI    Abogado - Mat 6164

Estudio Jurídico

Sarmiento 1752 -  342-5462895  - Santo Tomé


Publicar un comentario

0 Comentarios