Martín Guzmán y el desafío de asumir más funciones en la tormenta inflacionaria

 

El ministro de Economía sumará en los próximos días el área que dirige Roberto Feletti, la secretaría de Comercio Interior. Presentado como una acumulación de poder por parte de Guzmán, el cambio traerá aparejado el riesgo de caminar por un angosto desfiladero.

Al momento de asumir su cargo, Martín Guzmán venía de acumular una experiencia académica de excelencia. A sus 37 años (nació en octubre de 1982), tenía una carrera en Estados Unidos que le podría haber valido bienestar y reconocimiento por mucho tiempo.

Colaborador de Joseph Stiglitz, premio Nóbel de Economía en 2001, Guzmán era el Director de la Iniciativa de la Universidad de Columbia para el Programa de Diálogo de Políticas sobre Reestructuración de Deuda . Era investigador asociado en la Escuela de Negocios de la Universidad de Columbia y profesor asociado de macroeconomía en el Departamento de Economía de la Universidad de Buenos Aires.

También fue miembro del Grupo de Investigación del Instituto para el Nuevo Pensamiento Económico sobre » Eficiencia y Estabilidad Macroeconómica» (presidido por Joseph Stiglitz), y miembro senior no residente del Centro para la Innovación en el Gobierno Internacional.

Las referencias de Stiglitz fueron determinantes para su designación. Desde hacía muchos años el economista norteamericano, que había sido vicepresidente del Banco Mundial, era seguido y citado por Cristina en sus épocas de presidenta.

Así llegó al cargo en diciembre de 2019 con el desafío de solucionar el principal problema de la Argentina; la deuda externa, tanto con los acreedores privados como con el Fondo Monetario Internacional.

La idea de Guzmán era llegar a un acuerdo lo más pronto posible con los acreedores privados y no volver a tomar deuda del FMI, de quien para ese momento de cambio de gobierno había recibido casi 45 mil millones de dólares, de un total de 57 mil millones del acuerdo stand by firmado por la administración de Mauricio Macri. De ese préstamo, restaba que el organismo multilateral desembolse u$s5.400 millones más otros $s11.000 millones previstos para 2020.

Pero Alberto decidió no tomar ese monto y desde entonces Guzmán estuvo dedicado casi centralmente a esa negociación.

“Básicamente la Argentina tiene que lograr no tener que afrontar pagos de deuda, ni de la parte que se llama el capital ni de los intereses en el 2020, tampoco en el 2021 y posiblemente en el 2022. No es utópico, requiere hay que hacer un reperfilamiento de la deuda elaborado, o sea cambiar el perfil que se tiene de la deuda ahora, pero no hay que hacer algo que sea simplemente patear los vencimientos del capital. Hay que hacer algo también con los intereses. El punto es que cada dólar que se pague de deuda es más recesión para Argentina. Y ya estamos en una recesión, una recesión que dura dos años», opinaba Guzmán en una entrevista a comienzos de diciembre de 2019, unos días apenas antes de su designación.

Primero se cerró el convenio para reestructurar la deuda con los acreedores privados, anunciado en agosto de 2020. Fue con tres grupos de acreedores extranjeros para reestructurar 65 mil millones de dólares y le permitió al país salir del default o cesación de pagos en el que había entrado en mayo pasado de ese año, el noveno en su historia.

Pero quedaba el FMI y los esfuerzos de Guzmán se concentraron en eso. Acaso con un excesivo hermetismo, el equipo fue y vino a Washington varias veces y en esa acumulación de millas, más las interminables horas de Zoom, se gestó el acuerdo del que ahora el ministro se enorgullece: «fue la primera vez, después de 22 acuerdos entre la Argentina y el Fondo, que esto pasa por el Congreso».

«Se pudo avanzar con un acuerdo que sirve para la continuidad de la recuperación y para que la Argentina siga construyendo condiciones de mayor estabilidad», dijo Guzmán en una reciente entrevista televisiva.

El resultado hacia adelante confirma, en parte, lo que planteaba Guzmán antes de ser ministro. Pero los detalles del acuerdo hicieron estallar la interna del Frente de Todos.10 revisiones trimestrales y un pasamos de dinero para que el Fondo cobre, desde ahora con un préstamo puente, lo que Mauricio Macri había prometido pagar en un par de años.

Luego de esa etapa, que culminará en 2025, vendrán 8 años de un calvario de política económica que no se pudo modificar. El Gobierno no logró reducir las tasas (con castigo por haber contraído un monto mayor al permitido por los estatutos del Fondo). No logró extender los plazos, para pagar en 20 años lo que se pagará en 8. Los casi 45 mil millones de dólares que llegaron y se fueron, montados en la bicicleta de la especulación financiera de Macri y sus funcionarios, en algunos casos cobrando por ventanilla lo que pagaban por escritorio ellos mismos.

Cristina sin nombrarlo, Máximo Kirchner, Andrés «Cuervo» Larroque, que llegó a decir que el 27 de octubre de 2019, el día del triunfo de la fórmula Alberto-Cristina a Guzmán no lo conocían y que nadie lo había elegido, fueron algunas de las voces que en público se alzaron contra el titular del Palacio de Hacienda.

Pocas veces fueron las que Martín Guzmán reaccionó con respuestas a esos cruces. Medido en sus declaraciones, en las últimas semanas fue ensayando una aproximación al debate político. El tiempo confirmará la pasta de peleador para alguien sin estructura ni peso propio, que debe saber que en la Argentina, de última, el responsable siempre es el Presidente.

El poder de un ministro

En la historia de nuestro país hubo solo tres ministros de Economía que fueron candidatos presidenciales. Alvaro Alsogaray en 1983 y 1989, desde la Unión del Centro Democrático (UCD). El capitán ingeniero del Ejército está en los libros de la historia porque había hecho un llamamiento a «pasar el invierno», en el gobierno de Arturo Frondizi durante 1959. Funcionario tras el golpe de la Revolución Libertadora cntra Jua Domingo Perón en 1995, también fue embajador en Estados Unidos de la dictadura de Juan Carlos Onganía entre 1966 y 1968.

Domingo Cavallo fue funcionario de dos dictaduras y ocupó el Ministerio de Economía desde 1991 hasta 1996, fue candidato a presidente en 1999 con su Acción por la República y volvió al gobierno, con Fernando de la Rúa en 2001, a tiempo para ver la debacle desde adentro de su experimento de convertibilidad. El caso de Cavallo es, tal vez, el mejor ejemplo de hasta donde puede llegar un representante de los grupos económicos y los intereses extranjeros en un país.

El caso de Roberto Lavagna es distinto. Funcionario de Raúl Alfonsín en los ochenta, fue el ministro del comienzo de la salida de la crisis post 2001, primero con Eduardo Duhalde y luego con Néstor Kirchner, hasta que se fue del gobierno en 2005. Muchos años después lo fueron a buscar y fue candidato con tibios apoyos, en 2019, donde quedó muy lejos de los primeros puestos detrás de Alberto y de Mauricio Macri.

Hoy, Lavagna suele hablar con Alberto y su nombre hasta sonó como posible ministro a sus 80 años.

En definitiva, salvo Alsogaray y Cavallo, que se pueden sumar a José Alfredo Martínez de Hoz, ministro de la dictadura militar (ocupó el cargo, con Jorge Rafael Videla de presidente-dictador, entre 1976 y 1981), no hubo ministros de Economía con poder propio en la Argentina.

En un país con la figura presidencial siempre en el centro de los amores y de los odios, esta época no constituye ninguna excepción.

Lo sabe Guzmán y asume la tarea del combate a la inflación. Aunque no podrá decir que si fracasa la culpa será de Alberto exclusivamente. A un año y medio de las elecciones, la disyuntiva en el Frente de Todos es crucial y tiene pocas aristas. O reactiva con niveles de inclusión distributiva que hasta ahora son regresivos, es decir que, en términos de poder adquisitivo, por ahora los bolsillos pierden frente a los precios.

O, caso contario, se conforma con pelear muy disminuido frente a la oposición de Juntos por el Cambio, que presionados por derecha, van por un segundo tiempo desde 2023.

La vieja antinomia de primero estabilizar la macro y luego esperar el derrame, frente a las posturas de shock distributivo atraviesan el Frente de Todos. Habrá que ver si la convivencia con Roberto Feletti, en Comercio Interior ahora bajo la órbita de Guzmán, aplaca esa diferencia buscando una tercera opción o si el conflicto se agudiza.


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